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sábado, 5 de diciembre de 2009

El derecho de nacer

Hola, hoy hablaré acerca de un tema muy importante, ya que en este caso nos toca de una forma muy directa vivir por nuestra experiencia de adolescentes.
El término aborto señala distintos puntos de vista ante su simple mención.
Por ejemplo algunas personas piensan que el aborto es simplemente como tirar la basura: hoy está y mañana ya no.
Sin embargo, otras piensan que éste es un tema que merece mucha información y ayuda para las personas que intentan hacerlo.
Pero si nos ponemos a pensar fríamente nos damos cuenta que la minúscula forma de vida que está dentro de una persona no es ni mucho menos un conjunto de tejidos sino como mencionamos es vida.
Se critica mucho a los asesinos, a los homicidas que comenten crímenes de los que la justicia les hace arrepentirse. Pero, ¿el aborto es acaso menos que un crimen de esta calaña?
Incluso yo sugeriría que es peor que los actos ilícitos que se cumplen, ya que ¿puede el futuro bebé defenderse de algún modo para evitar que le eliminen? La respuesta es muy clara. No
Este abominable acto es realizado todos los días y sin embargo llega a verse incluso “normal”. Va contra los propios derechos que una vez se acordó en la Constitución, ya que esto va contra el derecho a la vida que decimos que gozamos nosotros y sin embargo se priva sin pensarlo dos veces a las pobres víctimas de este cruel hecho.
Se habla mucho de la superioridad del ser humano, lo mejor de la evolución.
Pero, ¿qué animal mata a su propio fruto, a su propia sangre, a su propia carne por voluntad propia? Ninguno.
Pienso que el incremento del índice del aborto para menores de 20 años es bastante alarmante y exagerado, un claro indicio de que algo no va bien.
Se dice que las chicas de dieciséis años pueden ser lo suficientemente maduras para actuar de una forma autónoma en cuanto a tomar una decisión tan importante que conlleva a poner una vida en juego, sin embargo creo que no.
Una persona por más madura que sea, en una situación de este tipo necesita mucha ayuda y comprensión y al estar sometida a tanta presión puede que en muchos casos cometa una de las peores decisiones que pueda tomar, de la cual se lamente toda su vida.
Sé que esta futura ley aporta una cierta independencia y autoridad a las chicas de dieciséis años, pero muchas veces esto no es lo mejor que se puede ofrecer a una adolescente desesperada ante este determinado contexto.
Creo que, aunque se diga que no, las adolescentes siempre toman en cuenta los consejos de sus padres.
Por eso puedo decir que esta ley no me parece muy apropiada, puede que para algunos casos concretos, pero usualmente no.
Los padres generalmente quieren lo mejor para sus hijos, y creo que jamás intentarán hacerles daño intencionalmente, por tanto creo que harán lo que haga falta para decidir de la mejor manera y del modo que consideren más correcto.
Pienso que las personas necesitan siempre a alguien para que les guíe en situaciones difíciles, y el apoyo que más les hace falta a las adolescentes son, según mi punto de vista, sin duda sus propios padres.
Concluyendo me gustaría indicar mi rechazo hacia esta futura ley, porque creo que para chicas con una edad cercana a la mía debe ser una decisión muy difícil, pero mucho más si no se ven apoyadas por sus padres, que juegan un papel muy importante en las vidas de éstas.

viernes, 30 de octubre de 2009

¿El conocimiento hace feliz?

Hola, hoy hablaré sobre una de las preguntas que ha sido siempre objeto de debate entre los seres humanos a lo largo de la vida, ¿hace el conocimiento feliz?
Nuestro afán de conocimiento, propio de la naturaleza del ser humano, nos ha llevado a saber algunas cosas acerca de nuestra existencia y de nuestro entorno.
Pero, ¿este conocimiento nos ha ayudado en algún momento en la larga búsqueda de la felicidad? ¿O tal vez ha sido la causa, a su vez de la desdicha y de la felicidad?
Algunos piensan que la felicidad solo de consigue si eres una persona simple y despreocupada, sin ansias de conocimiento, como afirmaba
Sigmund Freud, “Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo”.
También se afirma que el conocimiento es un medio para evitar la felicidad, no para conseguirla, como se plantea en la obra “
El Príncipe Feliz” de Oscar Wilde, en el que se cuenta la historia de un príncipe que era feliz en vida con todas las comodidades dentro de los muros de su castillo, hasta que siendo una estatua mira desde el lugar donde está y al darse cuenta de todos los problemas que la gente tiene, queda abatido y ya no es feliz porque se siente impotente ante la desgracia de las otras personas que no podían vivir bien, debido a su precaria situación económica. Dejó de ser feliz al conocer el sufrimiento.
Sin embargo también es cierto que las personas necesitan saber y conocer, y si se necesita es porque no podemos evitarlo; ya que esta necesidad es una característica natural de los seres humanos.
Asimismo pienso que una persona sin ansias de conocer sería como una flor sin fragancia con respecto a su realización personal (no se sentiría una persona completa); como planteaba Maslow en su
teoría acerca de la necesidad de la autorrealización, es primordial que se llegue a la realización para obtener la satisfacción.
Las personas somos tan complejas como contradictorias, y nuestro comportamiento sugiere que no necesitamos conocer todo para ser felices. Sin embargo el mismo hecho de ser personas nos obliga a encarar esta sed de conocimiento, y que sin él tampoco podríamos lograr la felicidad, que es el más profundo anhelo del ser humano.
Sócrates decía que el hombre era malo por ignorancia. El hombre hace el mal porque no conoce el verdadero bien. (“Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia.”)
Entonces podemos decir que si el conocimiento es aquello que denominamos como el bien, las personas solo podemos descubrir y aceptar el auténtico sentido de la vida mediante el conocimiento, es decir, solo podemos llegar a la felicidad a través del conocimiento.
Pero también muchas de las cosas que hacemos pensando que están bien, son en realidad cosas que están mal, y nos damos cuenta de ello porque no engrandecen el espíritu, el ser de uno mismo, que nos permite discernir cómo encontrar o lograr la felicidad. Y esto tiene que ver más con la emoción que con el conocimiento o con el sentir más que con el pensar.
Concluyendo puedo decir que no pienso que el conocimiento haga felices a todas las personas, pero si puedo afirmar que sin el conocimiento las personas no podrían lograr la felicidad.